Izquierda Independiente S S Reyes

Un espacio para el debate político

martes, noviembre 21, 2006

DE LA CIUDAD AL CAMPO




La enorme necesidad de vivienda, su elevado precio y las expectativas de crecimiento para Ayuntamientos y privados están propiciando un desarrollismo desmesurado en pequeños pueblos de la sierra madrileña, provocando la destrucción de millones de metros cuadrados de alto valor ecológico


No nos engañemos, la burbuja inmobiliaria no es una burbuja, es el resultado más evidente de la ecuación básica del capitalismo, a mayor demanda y menor oferta, el precio sube. Y es que en España, y especialmente en las grandes capitales, existe una demanda real de cientos de miles de viviendas.

De entre las muchas razones destacan dos, el cambio en el modelo social y familiar de los españoles y la creciente demanda de segundas viviendas. El primer caso es una simple cuestión matemática, hace cuarenta años en Madrid había más de 4 habitantes por vivienda, y una población de 3,5 Millones de madrileños, lo cual suponía una necesidad de menos de 900.000 viviendas. Hoy en Madrid vivimos 5,6 Millones de personas, y la mayoría quiere vivir solo o al menos mantener una vivienda propia, el Baby boom se está emancipando y la población envejeciendo. La densidad tiende a reducirse a 2 habitantes por hogar, por lo que se necesitan 2,6 millones de primeras viviendas. A este incremento hay que sumar las residencias de fin de semana o segundas viviendas, un efecto que está literalmente hormigonando el levante español y que en Madrid ya sitúa su demanda en torno al medio millón de unidades.

En resumen, en la Comunidad de Madrid hemos pasado de necesitar menos de un millón de viviendas a más de tres en apenas 40 años.

Este aumento de la demanda no es capaz de ser absorbido por el principal causante, el municipio de Madrid, y se traslada la presión urbanística en primer lugar a los municipios de la periferia y en segundo lugar, especialmente en el caso de las segundas viviendas, a los municipios de la sierra.

Este “éxodo” de la ciudad al campo ha generado unas enormes expectativas de crecimiento en municipios relativamente pequeños en cuanto a población pero grandes en lo que a suelo se refiere. Las cuentas de resultados de empresas y ayuntamientos derivadas de las plusvalías generadas ciegan la visión de sus nefastas consecuencias y ha lanzado a los municipios a una carrera por multiplicar hasta por 10 su población.

En esta carrera cada municipio va por libre. Diseña su futuro con miles de viviendas, normalmente de baja densidad, en lo que hoy son encinares, pinares o zonas ZEPA sin atender a las necesidades de infraestructuras que deben ser puestas por otras administraciones, en este sentido la Confereación Hidrográfica del Tajo ya ha advertido de la dificultad que supondrá abastecer de agua a estas nuevas ciudades, y la Comunidad de Madrid se ha lanzado a una carrera por desdoblar carreteras o planificar túneles kilométricos que den servicio a los nuevos desarrollos.

Sin embargo pocos son los agentes políticos que advierten de la barbarie ecológica que se producirá en una sierra ya bastante torturada, y tan solo los grupos ecologistas tratan de levantar la voz ante un problema que se nos viene encima sin que las administraciones competentes en materia urbanística, Ayuntamientos y Comunidad Autónoma traten de racionalizar el crecimiento previsto y pensar en las consecuencias, ambientales y no ambientales, que tendrá a largo plazo.

Porque además las nuevas previsiones no contemplan el equilibrio necesario entre población activa y puestos de trabajo, es decir, se construyen nuevos barrios residenciales pero no se construyen zonas industriales o de oficinas que puedan dar trabajo a los nuevos habitantes, personas que no sólo tendrán que ir a la capital cada día, multiplicando así el uso del coche y por lo tanto la necesidad de infraestructuras viarias, sino que además su municipio queda en situación poco sostenible a largo plazo, al no contar con recursos para poder prestar servicios a los vecinos. Los niños de las ciudades dormitorio de los años 70 serán los habitantes de las cuidades dormitorio del siglo 21.

A los problemas medioambientales habría que sumar también la desaparición de los valores culturales propios de cada municipio. La riqueza y diversidad presente en cada núcleo urbano quedaría anulada ante la presión demográfica de miles de personas que ni la comparten ni la promueven, nuevos barrios que literalmente fagocitarían al municipio que los creó, no siendo zonas que se incorporen en el pueblo, sino siendo de facto el nuevo pueblo.

Este crecimiento depredador, desmesurado y aleatorio sólo puede ser contestado desde la racionalidad y la acción coordinada. Un municipio no debe poder planificar un desarrollo que suponga la destrucción o el estrangulamiento de un entorno natural ni sin que exista respuesta a preguntas básicas sobre abastecimientos, infraestructuras o equilibrio económico. Es decir, la planificación del urbanismo de zonas sensibles debe ser algo que se estudie conjuntamente entre administraciones supralocales y el conjunto de los ayuntamientos de la zona, y no, como ocurre en la actualidad, por iniciativa exclusiva de un municipio.

Pero al mismo tiempo es necesario dar respuesta a la demanda existente de primeras viviendas, especialmente en el caso de los jóvenes. Esta respuesta debe localizarse en las zonas próximas al municipio de Madrid, bien en sus propios barrios, bien en los municipios de la periferia inmediata. Son zonas con infraestructuras, servicios y donde el impacto ecológico es muchísimo menor. En este sentido las administraciones deberán garantizar la promoción de viviendas de protección pública que eviten que las familias sin recursos tengan que irse a los pueblos de la sierra por culpa del precio de la vivienda. Además deben fortalecerse las políticas tendentes a eliminar el parque de casas vacías, que en Madrid se cifra en casi 300.000.

También es importante encontrar, el justo término entre densidad y calidad de vida. Cada vez los nuevos desarrollos tienden a un menor número de viviendas por hectárea, lo cual, por un lado permite un mayor ancho de calles, más aparcamientos, mayor número de parques y espacios libres, en definitiva, mayor calidad de vida, pero al mismo tiempo genera mayor ocupación, mayor impermeabilización del sustrato, mayor movimiento de tierras, en resumen mayor impacto ambiental, a lo que hay que añadir el hecho de que en las urbanizaciones de viviendas unifamiliares cualquier mínimo desplazamiento no es posible hacerlo si no es en coche, con el consiguiente incremento del tráfico y la contaminación.

El correcto juego entre número de viviendas, diseño ambiental de los barrios por medio de ecoauditorías, un adecuado aprovechamiento de las alturas y una firme potenciación de la vivienda protegida son las claves para responder a la demanda de primeras viviendas en Madrid.

Caso diferente es el tema de las segundas viviendas, que además son las que en su mayoría se sitúan en los municipios de la sierra. No existe justificación social suficiente para permitir que, a costa de los escasos recursos ambientales que tenemos en Madrid, a costa de saturar nuestras infraestructuras de abastecimiento de agua, gas, electricidad, etc, a costa de construir carreteras nefastas para el entorno o colmatar los recursos para el transporte público, se permita la proliferación de un producto de lujo que no responde a ninguna necesidad social. La permisividad actual sería equiparable a la concesión de ayudas públicas para la compra de coches de gran cilindrada.

Se debe, por lo tanto, tomar conciencia del problema, actuar desde la coordinación de las administraciones y planificar el correcto desarrollo urbano de una Comunidad que, con la ceguera que da el desarrollismo, amenaza con destruir gran parte de sus recursos naturales e incluso culturales.




Rubén Holguera Gozalo
Primer Teniente de Alcalde
Concejal de Urbanismo y Proyectos
Ayuntamiento de San Sebastian de los Reyes



Se adjunta una tabla con los datos de los municipios que pretenden un mayor desarrollo en la sierra de Madrid.


ANEXO: Previsión de crecimiento de algunos municipios


Municipio
Habitantes actuales
Viviendas previstas
Habitantes nuevos(2,5 x vivienda)
Incremento de la Población
Garganta de los Montes
400
1.700
4.250
1062,5%
Piñuecar-Gandullas
183
769
1.923
1050,5%
Quijorna
2.325
9.500
23.750
1021,5%
Colmenar del Arroyo
1.600
4.347
10.868
679,2%
Navas del Rey
2.306
4.800
12.000
520,4%
Morata de Tajuña
6.000
12.000
30.000
500,0%
St Mº Alameda
958
1.840
4.600
480,2%
Brunete
8.000
13.656
34.140
426,8%
Colmenar de Oreja
7.200
12.000
30.000
416,7%
Robregordo
69
100
250
362,3%
Pelayos de la Presa
2.000
2.700
6.750
337,5%
La Cabrera
1.837
2.000
5.000
272,2%
Valdemorillo
9.301
10.000
25.000
268,8%
Bustarviejo
1.810
1.600
4.000
221,0%
Cadalso de los vidrios
2.689
2.359
5.898
219,3%
Buitrago
1.856
1.416
3.540
190,7%
Cebreros (Avila)
3.500
2.500
6.250
178,6%
Rascafría
2.170
1.500
3.750
172,8%
Becerril de la Sierra
4.353
3.000
7.500
172,3%
Los Molinos
4.215
2.300
5.750
136,4%
Villanueva de la Cañada
16.000
8.190
20.475
128,0%
Perales de Tajuña
2.400
1.132
2.830
117,9%
San Lorenzo del Escorial
15.364
7.000
17.500
113,9%
Miraflores
5.055
2.000
5.000
98,9%
Moralzarzal
9.973
3.873
9.683
97,1%
Cercedilla
6.698
2.493
6.233
93,1%
Collado Mediano
5.832
2.000
5.000
85,7%
Galapagar
33.000
10.000
25.000
75,8%
Soto del Real
7.615
2.249
5.623
73,8%
Guadarrama
13.032
3.000
7.500
57,6%
Hoyo de Manzanares
6.892
1.443
3.608
52,3%
Valdemoro
33.619
6.100
15.250
45,4%
Alpedrete
11.850
1.630
4.075
34,4%